Después del desierto

Cuánto desierto,
cuánto camino recorrido.

Cuánta vida chamuscada bajo el sol,
cuánta arena llenando los pulmones,
cuántos pasos, cuánto tiempo,
cuánto desierto contiene esta vida.

Cuántos soles y cuántas lunas,
cuántos días ahogados en la arena;
cuántos horizontes derretidos en lo mismo,
cuánto de nada después de otra nada.

Esto es de caminar y caminar
hasta que el desierto es ya parte de uno.

Qué ciego estaba.
Qué sordo, qué tonto.

No me habías dado aún
ni el corazón para entenderte
ni los ojos para verte
ni la boca para hablarte
ni el oído para oírte.

¿Era necesario el camino?
¿Era necesaria la espera?

Los pasos parecían eternos
pero la eternidad no era esa,
la eternidad era lo siguiente,
la eternidad era el objetivo.

Llegó entonces el día.

Ahora lo veo, veo a lo lejos el destino,
contemplo la promesa, veo apenas lo que viene.

No te espero sentado: voy en pos de ti.

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