Lo que sé...

Lo que sé es que sé muy poco.

Antes me afanaba,
antes no dormía pensando en todo,
en todo lo que no sabía.

Y las preguntas se agolpaban
trepaban una sobre la otra,
se empujaban en la cola infinita,
a la espera de una respuesta
de un pequeño destello de luz,
una pista al menos, algo,
algo que calmara el hambre
algo para decir que sabía algo
algo al menos para dejar de saber nada.

Todos los días, al llegar la noche,
el sueño se desvelaba conmigo,
al lado de mi cama estaban los sueños,
las fantasías y las ilusiones,
y en mis ojos, las mismas cuestiones;
las dudas, la tormenta de dudas,
tantas interrogantes insatisfechas
y esta sequía de respuestas
llenándolo y consumiéndolo todo.

Y sucedió que luego de muchos días,
tarde para muchos, temprano para otros,
la misericordia tocó a la puerta,
el afán ansioso corrió a abrirla
y en el umbral de mis ideas
finalmente una luz brilló de frente.
No fue el torrente de respuestas,
ni una voz resolviéndolo todo,
no fue una epifanía de conocimiento absoluto
(lo que sea que eso signifique),
no fue lo que esperaba precisamente,
ni una migaja siquiera
para cada pregunta hambrienta:

Hasta que todo se cumpla,
hasta que el tiempo termine,
hasta que el plan sea consumado,
y la última gota derramada,
hasta que la última trompeta suene
y el último trueno pase,
hasta que todas las cosas sean hechas
y la conclusión de todo esté a la puerta,
hasta que todo esto pase
y hasta que todos los sellos sean abiertos;
será hasta entonces, que todo será revelado,
todas las preguntas encontrarán sus razones,
todas las respuestas serán reveladas
y todas las cuestiones saldrán a la luz.

Mientras tanto, que tu mente no se turbe,
que tu corazón se mantenga compuesto,
que el sueño no vele al lado de tu cama,
que tus sueños no se frustren al viento
y que el sonido del silencio
no reviente la burbuja de tu consuelo.

Mientras tanto, que el afán no te gobierne,
que la paciencia te llene,
que la humildad te conduzca.

El resto es de Él
y lo necesario está a la vista;
lo que te sirve está a tu alcance,
y lo que ya no sirve se va cayendo,
lo que aún no llega aún no hace falta
y lo que esperas todavía no lleva tu nombre.

La perseverancia es un camino difícil
cuando caminar contracorriente
es la única forma de llegar hasta el final,
pero las promesas son eternas,
y la meta vale más que este pequeño
pedazo de tiempo,
que este dulce sufrimiento temporal.

Lo que sé es que sé muy poco,
pero sé que lo que sé es lo que necesito hoy,
y aunque las preguntas siguen llegando,
hoy el consuelo de Su palabra me basta
porque la verdad completa
no tardará mucho en llegar.
Amén.

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