La eternidad, siempre
Está la eternidad, siempre
cuando pienso en esto
o en lo otro que quiero
la eternidad confirma
o reiventa mis necesidades,
reafirma y prioriza todo,
porque siempre está
cuando pienso en todo,
cuando propongo algo,
cuando busco, siempre,
la eternidad es la meta,
el propósito de todo,
alcanzar la eternidad,
no con fanatismo desenfrenado,
sino como la única razón de ser.
Está la eternidad, la vida,
el camino, Cristo, presente,
porque el hambre no cesa,
siempre hay hambre después,
cuando todo pasa,
todo es insatisfacción,
y una sola la esperanza,
cuando toca caminar,
ver siempre al frente,
extendiendo las manos,
con ganas, sin prisa,
seguro y valiente, todo,
en todo, la eternidad,
la transformación final
en aquello que ya no muere.
No hay reposo que valga,
si todo reposo no conduce
al reposo anunciado,
a un despertar final,
al sonido de la trompeta,
al llamado de los santos y justos,
al revestimiento de la luz,
de la incorporación gloriosa,
donde finalmente se hará visible
todo aquello que ahora no veo,
todo aquello que creo,
esto que me mueve despierto,
porque no se trata de un sueño,
sino de la llegada del peregrino
a la eternidad para siempre.
cuando pienso en esto
o en lo otro que quiero
la eternidad confirma
o reiventa mis necesidades,
reafirma y prioriza todo,
porque siempre está
cuando pienso en todo,
cuando propongo algo,
cuando busco, siempre,
la eternidad es la meta,
el propósito de todo,
alcanzar la eternidad,
no con fanatismo desenfrenado,
sino como la única razón de ser.
Está la eternidad, la vida,
el camino, Cristo, presente,
porque el hambre no cesa,
siempre hay hambre después,
cuando todo pasa,
todo es insatisfacción,
y una sola la esperanza,
cuando toca caminar,
ver siempre al frente,
extendiendo las manos,
con ganas, sin prisa,
seguro y valiente, todo,
en todo, la eternidad,
la transformación final
en aquello que ya no muere.
No hay reposo que valga,
si todo reposo no conduce
al reposo anunciado,
a un despertar final,
al sonido de la trompeta,
al llamado de los santos y justos,
al revestimiento de la luz,
de la incorporación gloriosa,
donde finalmente se hará visible
todo aquello que ahora no veo,
todo aquello que creo,
esto que me mueve despierto,
porque no se trata de un sueño,
sino de la llegada del peregrino
a la eternidad para siempre.