Canto del que al fin duerme
La noche es una taza fría de café,
Satanás es una taza de pura noche,
Es su palabra engañosa
El rumor de la madrugada,
Una mano que tiembla,
El peso de la oscuridad
Sobre la paz que flaquea.
Pero tú, mi Dios, me das reposo,
Es tu voz la que calma tanto afán,
Tu calor el que alivia esta fiebre,
Tu mano la que limpia
Este mar de pasión arrogante,
Y me da esperanza para dejar
De andar jugando con la muerte.
Es que la noche trae calma aparente,
Pero es un río calmado que fluye
Llevando en sus aguas el olor fétido
De la mentira y el arrebato
De aquel valiente que cae lentamente
En las garras de un enemigo vencido.
Soy nada cuando me acuesto solo,
pero estando en tu mano tengo todo.
No quiero pelear más Padre.
Ayúdame ahora y guárdame,
Llena de paz mi corazón débil,
Para qué en ti pueda yo ser fuerte.
Que el sueño caiga sobre mí
Y no vean más mis ojos,
Aquel demonio que habita
En la rabia turbia
Del pobre que nunca duerme.
Satanás es una taza de pura noche,
Es su palabra engañosa
El rumor de la madrugada,
Una mano que tiembla,
El peso de la oscuridad
Sobre la paz que flaquea.
Pero tú, mi Dios, me das reposo,
Es tu voz la que calma tanto afán,
Tu calor el que alivia esta fiebre,
Tu mano la que limpia
Este mar de pasión arrogante,
Y me da esperanza para dejar
De andar jugando con la muerte.
Es que la noche trae calma aparente,
Pero es un río calmado que fluye
Llevando en sus aguas el olor fétido
De la mentira y el arrebato
De aquel valiente que cae lentamente
En las garras de un enemigo vencido.
Soy nada cuando me acuesto solo,
pero estando en tu mano tengo todo.
No quiero pelear más Padre.
Ayúdame ahora y guárdame,
Llena de paz mi corazón débil,
Para qué en ti pueda yo ser fuerte.
Que el sueño caiga sobre mí
Y no vean más mis ojos,
Aquel demonio que habita
En la rabia turbia
Del pobre que nunca duerme.